Tema 13. Colon irritable desde la perspectiva holística
Una condición que ha sido objeto de considerable atención y estudio desde esta perspectiva interdisciplinaria es el síndrome del intestino irritable. Esta afección se manifiesta como una irregularidad en los movimientos intestinales (estreñimiento, diarrea o una combinación de ambos) acompañada de dolor abdominal, sin una justificación orgánica o fisiopatológica evidente.
Se calcula que entre el 8 y el 22% de la población sufre de esta afección, con un notable incremento en las últimas dos décadas. Generalmente, surge entre los 20 y 40 años, afectando principalmente a mujeres.
Con frecuencia, los tratamientos médicos y farmacológicos ofrecen soluciones limitadas, por lo que parece imprescindible abordar el problema desde una perspectiva holística que integre cuidados psicológicos y emocionales.
Es común que pacientes con síndrome del intestino irritable u otros trastornos relacionados reporten un empeoramiento de síntomas durante épocas o situaciones estresantes. El estrés y la ansiedad influyen en la sensibilidad visceral, las contracciones intestinales, la permeabilidad del intestino y las respuestas adaptativas de este órgano. Esto, a menudo, lleva al paciente a un estado de alerta constante o hipervigilancia hacia sus propias sensaciones corporales, centrando su atención en estas áreas, lo que intensifica la percepción de los síntomas.
Cuando los síntomas se manifiestan, es común que los pacientes modifiquen sus rutinas diarias: adaptan su dieta, alteran sus patrones de sueño y reducen sus actividades cotidianas –como el ocio, socialización, laborales, interacciones íntimas–. Estos cambios no solo influyen en cómo experimentan la enfermedad, sino que también repercuten en su calidad de vida, intensificando el ciclo de malestar previamente mencionado y agravando la percepción negativa de la enfermedad.
La regulación emocional en el abordaje del síndrome del intestino irritable
La vivencia de padecimientos como el síndrome del intestino irritable está fuertemente influenciada por factores emocionales. Ante la presencia de síntomas físicos, las reacciones más habituales son:
Manifestaciones emocionales: sensaciones de ansiedad, enojo, frustración, desánimo, tristeza, entre otros.
Cambios en el comportamiento. Tendencia a evadir como mecanismo de afrontamiento: cesar actividades placenteras, retraimiento social, negligencia en ámbitos como la nutrición, ritmos del sueño y actividad física.
Incremento en la rumiación o pensamientos recurrentes y no constructivos. Aquí, los síntomas se analizan y evalúan, se anticipan escenarios alarmantes –evolución a enfermedades más severas–. ¿Cómo reflexiono sobre mis síntomas? Si creo que son inmanejables, si adopto una postura alarmista, o asumo que son el preludio de un trastorno más serio, el malestar se potenciará. Este aumento en el malestar valida y refuerza las creencias alarmistas –efecto de profecía autocumplida– y perpetúa el ciclo de malestar.
Un proceso como el que hemos descrito, particularmente en afecciones como el síndrome del intestino irritable, podría hacernos sentir atrapados, como si no hubiera esperanza o solución. Los síntomas físicos son palpables y reales… ¿Qué acciones podemos tomar?
¿No piensas que podríamos probar un enfoque diferente? Ya hemos discutido la conexión entre las emociones y nuestro bienestar físico. ¿Por qué no considerar la regulación emocional como una posible solución?
Frente a enfermedades como el síndrome del intestino irritable, tenemos la capacidad de aprender y adoptar un enfoque diferente, una nueva manera de abordar los elementos que definen nuestra vivencia con la enfermedad. La meta es que los síntomas físicos se sientan de manera distinta o que, en ciertas ocasiones, se conviertan en una preocupación secundaria, ocupando un espacio diferente en nuestro día a día.
En este propósito, la regulación emocional juega un papel crucial: la forma en que reconoces, interpretas y manejas tus emociones, tus pensamientos y las acciones que emprendes –tu comportamiento– tiene el potencial de transformar tu experiencia con la enfermedad.
Desde el enfoque naturopático, el síndrome del colon irritable y la necesidad de control están estrechamente vinculados, ya que la salud del intestino puede influir en nuestra mente y viceversa. Aquí hay algunas recomendaciones para abordar estas cuestiones de forma holística:
Estas bacterias beneficiosas pueden ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal, lo que puede mejorar la función digestiva y reducir los síntomas del colon irritable.
Dietas específicas: Considera la dieta FODMAP baja para identificar alimentos que podrían estar causando síntomas. Los FODMAPs son carbohidratos fermentables que pueden causar molestias en algunas personas.
Esta hierba tiene propiedades antiespasmódicas que pueden aliviar los síntomas del colon irritable.
Menta: La menta puede relajar los músculos del intestino y reducir los espasmos.
Estas prácticas pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, lo que puede a su vez mejorar los síntomas del colon irritable.
Biofeedback: Esta técnica utiliza equipos electrónicos para enseñarte a controlar funciones corporales como la tensión muscular, lo que puede ser útil para las personas con una fuerte necesidad de control.
Lavanda y Romero: Estos aceites pueden ayudar a relajar el sistema digestivo y reducir los síntomas del colon irritable. También pueden ser beneficiosos para aliviar la ansiedad y el estrés.
Baños calientes con sales de Epsom o aceites esenciales pueden relajar el cuerpo, mejorar la circulación y ayudar en la digestión.
La reflexología y el masaje abdominal pueden mejorar la función intestinal y reducir los síntomas del colon irritable.
Antes de realizar cambios sustanciales en tu dieta o rutina, es aconsejable consultar con un profesional en naturopatía o un especialista en salud. La naturopatía se centra en comprender al individuo en su totalidad, considerando tanto el aspecto físico como el emocional.
La enfermedad es un aspecto de la vida de un individuo, pero no define su totalidad.
El síndrome del intestino irritable no es solo una condición física; tiene raíces profundas en nuestra psicología y en cómo manejamos el estrés y las emociones. Un enfoque integral que aborde tanto los aspectos físicos como los emocionales es esencial para un tratamiento efectivo y una mejor calidad de vida para aquellos que viven con SII.
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