2. Fundamentos de la Gustoterapia
Cada uno de los estímulos se procesa en el cerebro de forma separada para su análisis, y después se integra para proporcionar una representación mental del alimento, independientemente del apetito de la persona. En paralelo, estas cualidades son valoradas por el cerebro, determinando el grado de placer que previsiblemente van a provocar en la persona (Rodríguez et. Al, 2008).
Percepción del sabor
Los receptores de la lengua responden a ciertas sustancias dentro de una reducida gama de sabores: ácido, amargo, dulce, salado y umami (glutamato monosódico). Las propiedades de los alimentos producen una respuesta emocional inmediata de atracción o rechazo (Rodríguez et. Al, 2008). En la predilección por los sabores parece haber actuado la evolución de la especie. Esto podría explicar (en la mayoría de los casos) la preferencia del ser humano por sabores dulces y salados, debido la presencia de frutas en el entorno a lo largo de la historia. Igualmente rechaza el sabor amargo por su relación con sustancias tóxicas (alcaloides).
Percepción del olor
La estimulación con un olor activa la corteza piriforme, junto a una fuerte activación del córtex orbitofrontal (COF). En cuanto al valor de los olores, los más placenteros activan regiones rostrales del COF, mientras que los displacenteros lo hacen sobre zonas más laterales, también del COF. Ambos tipos de olores activan el córtex cingular anterior, parte del sistema límbico relacionado con las emociones.
Percepción de la viscosidad oral y textura grasa
La corteza primaria para la textura está representada en el córtex para el sabor (ínsula anterior) y también en la ínsula medial que incluye la representación somatosensorial de la boca. La viscosidad se representa también en el COF y en el córtex del cíngulo anterior, siendo esta última base de representación de estímulos placenteros. Se activa fuertemente por la textura de grasa y sacarina oral. Por su parte, la temperatura, ya sea el frescor que proporcionan los helados o bebidas o el calor de las infusiones, junto al sabor, es un potente estímulo asociado a determinadas situaciones deleitables (Rodríguez et. Al, 2008).
Percepción visual del alimento
La visión del alimento provoca, especialmente en situaciones de deprivación de comida, una búsqueda activa de ésta a partir de la previsión de satisfacción cuando se alcance su ingesta. El estímulo visual asociado, y por tanto aprendido, con el sabor de glucosa, activa el COF y otras áreas conectadas. Por su parte, la imaginación de alimentos apetecibles después de una dieta monótona muestra un incremento de activación de parte de la ínsula, además del COF y áreas conectadas. También se ha conjeturado acerca de la implicación de áreas del tronco cerebral donde llega información visual del alimento, a través del córtex temporal visual inferior, así como de la amígdala, que por sí misma puede provocar respuestas autónomas como la salivación y secreción de insulina (Rodríguez et. Al, 2008).
Características nutricionales
A través de experimentación animal y observaciones clínicas sobre trastornos de la alimentación en niños, como la pica (trastorno caracterizado por el deseo de comer o lamer sustancias no comestibles), se ha planteado el apetito específico por nutrientes que son esenciales para el funcionamiento del propio cuerpo o de las que se carece circunstancialmente. Así, se considera que la preferencia por la sal (sodio) y el azúcar se debe precisamente a este fenómeno. En el caso del sodio, se han observado modificaciones en el sistema gustatorio de animales con carencia de este nutriente (por insuficiencia adrenocortical), que incrementan su palatabilidad. Se ha sugerido que la preferencia innata por el sodio explicaría el apetito por comidas de tipo “fast food”. Por tanto, en la ingesta de estos nutrientes no intervienen solo factores innatos, sino también de aprendizaje. Así, se ha estudiado el apetito por la tiamina o vitamina B1 en seres humanos con la conclusión de que se puede aprender la ingesta de alimentos enriquecidos en personas con déficit. Se ha hallado un mecanismo semejante al anterior hacia las proteínas y los aminoácidos esenciales.
Integración sensorial
La información que proviene de los distintos sentidos acaba integrándose de tal forma que se produce una representación mental del alimento. El COF parece ser la estación terminal de la recepción plurimodal de estímulos relacionados con los alimentos.
Todos los comportamientos que se consideran esenciales para la supervivencia tanto del organismo como de la especie conllevan un mecanismo objetivo y también una sensación subjetiva en el ser humano, de placer.
La recompensa consecuente a la realización de una conducta lleva al organismo a tender a repetir dicho comportamiento en el futuro. La fuerza de la recompensa predice la frecuencia e intensidad de la conducta posterior.
Algunos autores han planteado el mecanismo de placer como un componente de salutogénesis, un estado o sentimiento de satisfacción o felicidad resultante de una experiencia que hace disfrutar. Dicho mecanismo sería adaptativo para el organismo en cuanto a que promueve conductas que son potencialmente beneficiosas para su salud física y psicológica.
Sin embargo, este mismo mecanismo, cuando se producen circunstancias adversas, sean genéticas o ambientales, puede provocar adicciones y otras conductas negativas. Aunque se han identificado distintas áreas cuya estimulación produce un efecto de recompensa, todas están unidas por una vía común en el córtex anterior medial que se encuentra unido por vías dopaminérgicas mesolímbicas al área tegmental ventral del hipotálamo.
En cuanto a los mecanismos neuroquímicos, la dopamina aparece como el neurotransmisor fundamental para la activación de la recompensa (Rodríguez et. Al, 2008).
La administración de opiáceos pone en marcha este mecanismo dopaminérgico que, según se ha visto, provoca comportamientos como la alimentación, la respuesta sexual y la conducta maternal. Se ha conjeturado acerca de que el sistema anterior también puede ser activado por la presencia de opiáceos endógenos como los que componen la leche de vaca, la grasa, el chocolate y otros.
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