Tema 3. El segundo cerebro
Como recientemente ha publicado Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en su libro “El segundo cerebro”, los seres humanos tenemos otra área cerebral compuesta por unos 100 millones de neuronas a lo largo de las paredes del tubo intestinal.
Dichas neuronas no gestionan pensamientos racionales propiamente dichos, pero sí regulan las emociones, influyendo en el estado de ánimo y en los hábitos de sueño. Debido a ello, cuando nos encontramos ante una situación angustiosa, sentimos efectivamente que el estómago se nos cierra. Además, su función no es en absoluto secundaria; algunos de los neurotransmisores más importantes, como la serotonina, se encuentran especialmente en el intestino. Dicha sustancia, también llamada, hormona de la felicidad, regula nuestros accesos de ira, facilitándonos el ser capaces de detenernos a tiempo cuando sentimos rabia, en lugar de actuar impulsivamente. También influye en nuestro estado de ánimo, en nuestra temperatura corporal, en nuestros hábitos de sueño, en la sexualidad, y en el apetito. –Que no es poco-. De hecho, el exceso de serotonina en el intestino está, según los investigadores, directamente relacionado con síndrome de colon irritable.
Por el contrario, la falta de serotonina se relaciona con el estreñimiento crónico, así como con un estado de ánimo pesimista y un escaso apetito sexual.
Nuestras neuronas estomacales producen también benzodiacepinas, las moléculas que usamos como ansiolíticos para relajarnos e inducir el sueño, así como para reparar los músculos contracturados. Por eso es muy beneficioso practicar un automasaje en la tripa y la respiración profunda hinchando la parte de los pulmones próxima al abdomen.
Recordemos que nuestro sistema digestivo es el primer y más eficaz mecanismo defensivo ante las infecciones, y que, cuando este sistema depurativo funciona mal, otro órgano, como la piel, se ve obligado a reemplazarle en su función. Esto puede producir consecuencias como dermatitis, psoriasis, acné, piel atópica, manchas, etc.
Señalar, por último, que ambos cerebros, el situado en el interior del cráneo, y el ubicado en el intestino se comunican a través del nervio vago, cuya estimulación, por cierto, provoca efectos positivos en el tratamiento de la depresión y de la epilepsia.
Por todo ello, parece claro que, desde la digestión se puede influir en nuestras emociones, como acertadamente plantea la gustoterapia. Si aprendemos a escuchar a nuestro estómago, podremos llegar a estar más sanos y equilibrados.
Comprueba tus conocimientos respondiendo unas preguntas
Elegir un tipo de alimento que ingieras en tu dieta como alimentos picantes, alimentos procesados, café, alimentos altos en grasas saturadas, azúcares
Eliminalo por completo de tu dieta durante una semana o dos.
Comprueba cómo te sientes a raíz de eliminarlos ¿ha cambiado tu digestión? ¿cómo te sientes en cuanto a energía? ¿Notas que ha mejorado tu estado de ánimo?
Anota tus sensaciones en un cuaderno
Con esta práctica identificarás cómo reacciona tu “segundo cerebro” cuando ingieres estos alimentos en tu dieta y cómo afecta a tu bienestar emocional.
Felicidades!
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